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6 de mayo de 2025

Cosas que solo entiendes si creciste en un barrio de RD (y sí, tú sabes cuáles son)

Hay cosas que no se explican, se viven. Y si creciste en un barrio de la República Dominicana, sabes que eso es una experiencia que te marca pa’ siempre. No importa si hoy vives en un penthouse o en otro país, hay recuerdos del barrio que siguen ahí, clavados como un motoconcho en plena calle sin semáforo.

Aquí te traigo una lista de cosas que solo los del barrio entendemos. Si no te identificas con mínimo 10… es porque no eres de aquí, mi loco.


1. El que tiene la bocina más grande, manda

No hay ley más poderosa que esa. puedes ser pastor, abogado o senador, pero si llegó un vecino con una JBL montada en un carrito de empanadas… se acabó el silencio. Y no es que moleste (bueno, a veces sí), pero uno ya está acostumbrado. Es parte del flow.


2. La hora de “La Lotería” es sagrada

A las 2:55 p.m. nadie respira en la casa. Todo el mundo pegado al televisor o a la radio esperando los numeritos. Se siente la tensión en el aire. Y si alguien habla durante el sorteo… “¡Cállate que no escuché el primer premio!” 😤


3. Jugar vitilla con tapa de botellón

Ni MLB, ni pelota de verdad. El que creció en el barrio aprendió a batear con palos de escoba y tapas de botellón. Eso sí, si tenías uno que lanzaba con efecto... suerte con darle.


4. Las “doñas” del barrio son más eficientes que Google

¿Dónde venden hielo? ¿A qué hora abre la junta? ¿Quién está vendiendo ropa fiada? Pregúntale a una doña y ella te dice hasta el tipo de sangre del delivery. Eso sí, cuidado con caerle mal, porque también manejan los chismes como si fueran periodistas.


5. El que tiene cable, pone la novela

En los tiempos pre-Netflix, si no tenías cable en tu casa, lo veías donde el vecino que sí. Uno entraba con confianza a las 8 p.m. porque sabías que estaba “Pasión de Gavilanes” o “La Usurpadora” en Televisa. Y nadie decía nada. Era casi un servicio comunitario.


6. El colmado es la verdadera oficina del barrio

No importa lo que necesites: pan, cigarro suelto, recarga de 25, un consejo, una mesa de dominó o un chin de hielo en funda… el colmado lo tiene. ¡Y te fían! Bueno, si no debes ya tres semanas.


7. La lluvia no da miedo… da alegría

Cuando llueve duro, no corres a cerrar ventanas. sales descalzo a chapotear con los panas. ¿Y si había una pendiente? Mejor, eso era un tobogán natural. Solo el que creció en el barrio sabe lo que es correr bajo la lluvia como si no hubiera mañana.


8. Apagones, velas y cuentos de miedo

Los apagones eran parte de la vida. Y aunque uno renegaba, también se armaban los mejores cuentos y juegos en esa oscuridad. “La niña de la curva”, “el hombre sin cabeza”, o el clásico “sabías que en esta casa vivía una vieja que…” 👻


9. El sonido de la guagua anunciadora

“¡Se compran neveras viejas, colchones usados, abanicos dañados...!”
Ese anuncio es parte de la banda sonora de cualquier infancia barrial. Uno lo escuchaba y salía corriendo a ver si mamá tenía algo que vender (y de paso, por si daban helado).


10. “Ven que te voy a peinar” = tortura

Las madres dominicanas tienen manos de hierro. Si tu mamá te decía “pásame el pote de gelatina”, sabías que venía el jalón, el moño tirante y la hora entera de dolor. Pero salías hermoso.


11. Todo el mundo es primo (aunque no lo sea)

En el barrio, no hay extraños. Si veías mucho a alguien, ya era “tu primo”. Punto. Así mismo, todo el mundo era “tía”, “doña”, “el compa” o “el vecino”. El barrio es una familia sin papeles legales, pero con mucho amor.


12. Si suena una bachata, empieza el karaoke

Puede ser Antony Santos, Romeo o un dembow viejo, pero en el barrio cualquier canción se canta con sentimiento. Aunque no te sepas la letra, le metes. Con el pecho. Con el alma.


13. El que tenía un Nintendo era rico

Tener un Super Nintendo, un Play 1 o hasta un Family en los 2000, te convertía automáticamente en el rey del barrio. Todos se metían en tu casa y tenías el poder de decidir quién jugaba. Oh, sí.


14. Las fiestas eran sin invitación

escuchabas una música y ya sabías que había coro. Nadie invitaba formalmente. Uno simplemente se aparecía con su vaso rojo o con un romito en botella reciclada. Esa era la vibra.


15. Aunque uno salga del barrio, el barrio no sale de uno

Puedes vivir en Miami, en Piantini o en Suiza. Pero si creciste en un barrio dominicano, hay frases, costumbres y risas que se quedan contigo pa’ siempre. Y eso, mi hermano, es lo que nos hace únicos.


Crecimos con lo justo, pero vivimos con alegría. El barrio nos enseñó a ser creativos, a valorar lo simple y a disfrutar cada boche, cada apagón y cada vitilla como si fuera lo más bacano del mundo.

¿Te identificaste con alguno? Compártelo con tu grupo y dime cuál te sacó una carcajada. Porque ser del barrio no es una desventaja… ¡es un privilegio con sabor a vivencia!

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